Fundación Internacional Jorge Luis borges
Fundación Internacional Jorge Luis borges

Nota en “La Nación”

En una nota que publicó el diario “La Nación” Daniel Gigena se refirió a la muestra Canto dopo canto, exhibida en la Casa de la Cultura de la CABA.

La nota se tituló: “Una pasión tenaz. Dante y Borges, más cerca del paraíso que del infierno”. La pasión de uno por el otro era tenaz e influyó en su obra: “La Divina Comedia” fue una presencia constante en la literatura borgeana. Se puede leer en esta página:

Según reveló Jorge Luis Borges en una conferencia que brindó en 1958 en el Instituto Italiano de Cultura, su “primer encuentro” con Dante Alighieri (circa 1265-1321), autor de La Divina Comedia, tuvo lugar en “mil novecientos treinta y tantos” y en versiones en inglés. Cuando trabajaba en la Biblioteca Miguel Cané, a finales de la década de 1930, compró una edición de la Comedia en tres tomos minúsculos (uno para cada sección del poema: Infierno, Purgatorio y Paraíso), en italiano e inglés, que leyó, terceto a terceto, en el tranvía 76 que lo llevaba desde su casa hasta el barrio de Almagro. Esos volúmenes, que tienen anotaciones del escritor y fueron restaurados con apoyo de LA NACION y el Banco Ciudad, se conservan en la Fundación Internacional Jorge Luis Borges (foto).
El licenciado Fernando Flores Maio, integrante de la Fundación, contó a este diario que al escribir su libro La biblioteca de Borges comprobó que en la biblioteca personal del autor argentino uno de los escritores con mayor presencia era Dante y que había varios ejemplares, en distintos idiomas, de La Divina Comedia. La pasión de Borges por Dante fue tenaz e influyó en su obra.
“Llegué de un modo laberíntico a la obra maestra, desde la literatura de una isla septentrional que se llama Inglaterra -contó Borges-. Llegué a través de Chaucer, del siglo XIV, y de una versión que no he mirado hace muchos años, la de Longfellow. Quienes me acusan de pedantería comprenderán que no se equivocan si les confieso que antes de entrar en el poema leí con deleite las notas, que configuran una suerte de enciclopedia medieval”. Desde “mil novecientos treinta y tantos”, Dante y La Divina Comedia fueron una presencia constante en la literatura borgeana. En 1982, se publicó Nueve ensayos dantescos, libro que reúne ensayos escritos en las décadas de 1940 y 1950, donde el escritor argentino aventura que la Comedia es un sueño -con segmentos pesadillescos- de Dante. El Infierno de la Comedia tiene nueve círculos, y el Paraíso, nueve esferas celestiales. En 1977, Borges inició una serie de
En un breve relato de El hacedor, “Inferno I, 32″, retoma la hipótesis del sueño convertido en libro y del soñante en personaje. “Años después, Dante se moría en Ravena tan injustificado y solo como cualquier otro hombre. En un sueño, Dios le declaró el secreto propósito de su vida y su labor; Dante, maravillado, supo al fin quién era y qué era y bendijo sus amarguras”. En ese libro también escribe sobre la Comedia, en “Paradiso, XXXI, 108″; en La cifra, se lee el poema “Inferno, V, 129″, sobre Paolo y Francesca. Su lectura de Dante fue, como destacó la traductora e investigadora Claudia Fernández Speier, deliberadamente personal.
“De las incontables referencias a Dante que aparecen en ensayos y notas, cuentos y poemas de Borges, nos interesan dos -dice a LA NACION la profesora y escritora Silvina Marsimian-. Primero, los Nueve ensayos dantescos, en que Borges comenta algunos episodios de la Comedia que lo impactaron, como el canibalismo de Ugolino, el viaje misterioso de Ulises, la desoladora persistencia en el amor de Francesca y la enigmática sonrisa de Beatriz al separarse de Dante en el Paraíso. Segundo, y más especialmente, la conferencia que incluye en Siete noches, de 1983, dictada en el Teatro Coliseo de Buenos Aires en 1977. En esta, comenta casi íntimamente a sus oyentes que leyó la Comedia en tranvía, y que lo hizo en una edición bilingüe inglés y toscano. De esta manera, pareció enseñarse a sí mismo la lengua de Dante, lo que lo llevó a concluir que escribir es sobre todo encontrar un tono, un acento, una melodía de la que van siguiendo las emociones”. Se puede escuchar en YouTube la voz de Borges mientras diserta sobre La Divina Comedia.
En esa ocasión, Borges se declaró un lector hedónico de la obra de Dante. “Al hablar sobre la Comedia, Borges nos enseña a leer -destaca Marsimian-. A escuchar la voz de un escritor. Cree necesario, además, leer en voz alta, porque al hacerlo los lectores nos convertimos en actores de un texto, somos su cuerpo, le prestamos la voz. Así, los sonidos y silencios de una lengua nos ‘mueven’ a un estado muy cercano al Paraíso en el que ‘entendemos’ sin necesidad explicaciones. Leer es una de las formas del Paraíso”. A Borges le parecía “casi un milagro” que la intensidad de la Comedia se mantuviera constante a lo largo de los cien cantos. “No conozco un ejemplo análogo, salvo la tragedia Macbeth, de Shakespeare”, dijo.
“Borges conversó con Dante en el espacio infinito de la literatura -concluye Marsimian-. Lo inquietaba no la extensión sino la intensidad de un texto, menos la representación de una realidad que los efectos emocionales. Los dos creían en la literatura viva, no en una escritura disecada para eruditos. Los dos buscaban un solo momento del hombre, que es aquel en que este sabe para siempre quién es. Un instante en el que descubre la cifra de su vida. Dante en la travesía llega hasta sí mismo; Carlos Alejandro Daneri, en ‘El Aleph’, al descender al sótano descubre ‘una pequeña esfera tornasolada, de casi intolerable fulgor’ en que está todo en todo; ambos contemplan los rostros espejados de las Beatrices Portinari y Viterbo. La Comedia, dice Borges, es un libro que todos sabemos leer. Porque en él encontramos nuestra identidad”.
En el cuento “El Aleph”, que cierra el libro homónimo, Beatriz Viterbo aparece como una parodia de Beatriz en la Comedia y Carlos Argentino Daneri (algunos sugieren que el apellido del personaje es una contracción de “Dante Alighieri”), como un ridículo Dante criollo. Borges le dedicó el cuento a Estela Canto y le obsequió el manuscrito (que ella vendió por más de 25.000 dólares, en 1985); en Borges a contraluz (recientemente reeditado por Emecé), se cita a sí misma para definir el cuento: “Es el relato de una experiencia mística” (luego agrega que es también el relato de una venganza “mezquina y pueril”). Y remarca que en 1989, fecha de publicación original de su libro, la mordacidad de Borges ya había “perdido sus dientes”. No hay referencias a Dante en el análisis de Canto; da la impresión, al leerla, de que el cuento que Borges le ha dedicado no termina de gustarle.
La fantasía dantesca animó a artistas de todos los tiempos. Hasta mañana, en la Casa de la Cultura (avenida de Mayo 575) se puede visitar la exposición Canto dopo canto. Cien dibujos de Giovanni Tommasi Ferroni inspirados en la Divina Comedia de Dante, que se inauguró durante las Jornadas Borges, a finales de agosto.
En la muestra, organizada por la Sociedad Dante Alighieri en colaboración con la Fundación Internacional Jorge Luis Borges, el Pabellón de Bellas Artes de la Universidad Católica Argentina, el Ministerio de Cultura de la ciudad de Buenos Aires y Ópera-Sociedad de arte y cultura, con el patrocinio del Ministerio de Cultura italiano, se exhiben cien tablas gráficas del artista toscano basadas en escenas de la Comedia.

Obra de Ferroni
Otro aspecto que Borges ponderaba en la escritura de Dante era la delicadeza. “Borges nos habla de una red inevitable de circunstancias que valen tanto para la Beatriz que Dante persigue y que no alcanza como para la pareja de adúlteros, Francesca y Paolo, que en el infierno inspiran piedad -escribió Flores Maio sobre Canto dopo canto-. Señala que Dante refiere con tan delicada piedad la culpa de Francesca que todos la sentimos inevitable.¬ Advierte que parece mejor ese amor de Francesca y Paolo en el infierno que el desdichado amor de Dante por la inalcanzable Beatriz en el paraíso. Según Borges, Dante jugó con la ficción de encontrar a Beatriz, pero la soñó severísima, inaccesible […]. Para Borges, Dante nos refiere el destino de los dos amantes y sentimos que él envidia ese destino. Paolo y Francesca están en el Infierno, él se salvará, pero ellos se han querido y él no ha logrado el amor de la mujer que ama, de Beatriz. Están juntos para la eternidad, comparten el Infierno y eso para Dante tiene que haber sido una suerte de Paraíso, argumenta Borges”.¬ Por sus obras, Dante y Borges se han ganado un lugar en el cielo de la literatura.

CANTO DOPO CANTO

Cien dibujos de Giovanni Tommasi Ferroni inspirados en la Divina Comedia de Dante.

Exposición en  la Casa de la Cultura, Av de Mayo 575, Subsuelo, CABA. Desde el 25 de agosto hasta el 9 de septiembre, de lunes a sábados de 10 a 18 horas.

Se inauguró el viernes 25 de agosto, como parte de los homenajes a Jorge Luis Borges, al cumplirse 124 años de su nacimiento, y a María Kodama, profesora, escritora y fundadora de la Fundación Internacional Jorge Luis Borges. Se proyectó una entrevista que le hizo a Kodama la Sociedad Dante Alighieri, y un video con palabras de Ferroni.
En la apertura hablaron el ministro de Cultura de la CABA, Enrique Avogadro, el director de la Sociedad Dante Alighieri, Marco Gallo, el Responsable de la Oficina de la cultura de la embajada de Italia, Lorenzo Vermigli, y el vicepresidente de la Fundación Borges, Fernando Flores Maio. Estuvieron presentes los herederos de María Kodama.

La muestra, creada por esa Sociedad, en colaboración con la Fundación Internacional Jorge Luis Borges, el Pabellón de Bellas Artes de la Universidad Católica Argentina (UCA), el Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires y Ópera – Sociedad de arte y cultura, con el patrocinio del Ministerio de Cultura italiano, gira en torno a la última obra del artista toscano Giovanni Tommasi Ferroni, pintor e ilustrador de gran talento: un corpus de cien tablas gráficas que constituyen un raro ejemplo de ilustración completa de los cien cantos de la Divina Comedia de Dante . “Para todos los artistas que, ayer como hoy, han confrontado la obra y el pensamiento de Alighieri – dice el texto introductorio al catálogo firmado por el presidente de la Sociedad Dante Alighieri, Andrea Riccardi – el nodo central fue encontrar un correspondencia visual”.

Los dibujos de Tommasi Ferroni derivan de un paciente trabajo de escucha y reflexión en torno a algunos de los pasajes más famosos y significativos del poema y ofrecen un sugerente recorrido visual dentro de su compleja trama. Realizadas en técnica mixta sobre papel Fabriano, las obras parecen herederas de la sólida tradición dibujante a la que idealmente recurre el autor, haciéndose eco de las fantasías manieristas y la suntuosidad barroca: un fuerte lenguaje estilístico que transmite el poder evocador del “discurso visible” de Dante.

La exposición, nacida de una idea de Alessandro Masi con la curaduría de la historiadora del arte Chiara Barbato, la directora del Pabellón de Bellas Artes – UCA Cecilia Cavanagh y el editor Fabio Lazzari, se completa con unos paneles didácticos y una preciosa publicación impresa por Ópera en edición limitada, que reproduce fielmente las láminas originales a tamaño real.

Antes se presentó en el Museo de Bellas Artes Juan B. Castagnino de Rosario (Argentina), en el marco del 84º Congreso Internacional de la Sociedad Dante Alighieri.

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