El universo de Borges
Homenaje a los 70 años de “Fervor de Buenos Aires” realizado en el Palais de Glace de Buenos Aires, 1993.
Texto de María Kodama
Cuando la Fundación Internacional Jorge Luís Borges pensó en la posibilidad de traer la Exposición que se hiciera en París, por iniciativa de la Bibliothéque Publique d’Information, del Centre Georges Pompidou, apenas pudo entrever las dificultades que una empresa así encerraba.
La meta era rendir homenaje a los setenta años de la publicación de “Fervor de Buenos Aires”, ese libro que, como Borges dijo, prefigura todo lo que haría después.
Prefigura el amor por su ciudad que los años irían decantando y también el amor que su ciudad le guarda.
Prefigura, precisamente, este universo soñado con aguda inteligencia y con la profunda fuerza de un conocimiento que pareciera anterior al conocimiento.
Si tuviera que pensar en algo que irradiara la misma intensa profundidad de su obra, pensaría en los trágicos griegos porque, como ellos, supo conocer el alma de los hombres y trocar sus debilidades y miserias en grandeza, en materia de sueños y perfección; como ellos, toca los eternos temas de la humanidad.
Si tuviera que pensar en un creador que ofreciera en su obra, miríada de matices, lo compararía —aunque toda comparación está destinada al fracaso—, con Leonardo. Los dos poseen el don de crear el misterio: a través de la pureza de líneas, el uno, del desnudo ascetismo de la palabra, el otro.
Borges, el Hacedor, nos regaló la posibilidad de construir, desde su creación, este jardín de senderos que se bifurcan, para maravilla de todos.
Recorrerlo provocará, quizá, el vértigo que sentimos al armarlo, y nos otorgará la gracia de ir descubriendo manuscritos, objetos, fotos, primeras ediciones de Borges, en vitrinas que sugieren libros abiertos y que, bifurcadas, a su vez, ofrecen a nuestros ojos, como en un calidoscopio, piezas de arte, cuadros, esculturas, objetos mágicos, planisferios, mapas, instrumentos de medición…
El hilo de Ariadna puede ser la obra de Borges, cuyos temas principales bautizan cada parte del recorrido, o… nuestra libertad para elegir ese recorrido. En ambos casos, como en el laberinto que es la vida, el único instante de libertad es el de la elección del camino; luego, flanqueados por las circunstancias, buscaremos ese centro donde nos aguarda el minotauro, hombre y bestia, mezcla de bien y de mal como nosotros y, como nosotros, inocente de la terrible culpa de su monstruoso origen. Quizá ese temido ser, como Borges decía, sea la revelación de nuestra imagen.
Por eso deseamos que les suceda lo mismo que a nosotros: a lo largo del armado de esta exposición, pasamos muchas dificultades; pero, con el correr de los días, logramos un magnífico descubrimiento de todos los seres que nos ayudaron para que esto fuera posible. De la experiencia salimos enriquecidos, con un deseo de comprensión, de perfección, con una sensación de plenitud…
Toda nuestra gratitud es para el Señor del Laberinto, Borges, que comparte con nosotros la busca del propio centro, que es el continuo hacer de un hombre que dibuja el mundo, que es su propia cara inconclusa, que…
MARÍA KODAMA
Créditos
El universo de Borges / Año 1993
14 de septiembre – 11 de octubre
Organizado por la Fundación Internacional Jorge Luis Borges, con el auspicio de la Secretaría de Cultura de la Nación, de la Embajada de Francia, y declarado de interés nacional, el Universo de Borges se inspira en la exposición realizada, en 1992, por la Bibliothéque Publique d’Information del Centre Georges Pompidou de París.
Agradecemos a las instituciones, patrocinantes, coleccionistas, artistas plásticos y demás colaboradores, su valiosa contribución a esta muestra, que forma parte del Homenaje a los 70 años de “Fervor de Buenos Aires”, primer libro de Jorge Luis Borges.
